domingo, 18 de janeiro de 2015

VOLTAIRE AGONIZA

Diego Meza*

A la manera de una catástrofe natural que acontece sin preaviso, que trastoca la tranquilidad imperante y deja el sin sabor de la tragedia, un hecho fatídico ha sacudido a Paris y a todo el mundo en los recientes días: La masacre en la revista satírica francesa Charlie Hebdo. Ya nos estamos acostumbrando a este tipo de cosas: Sorpresa, horror, protestas, slogans, muestras de caridad y ya. La tranquilidad recuperada, el enemigo señalado y perseguido, el orden establecido aparentemente defendido. Pero, ¿Cambian las cosas de raíz? ¿Se exilian las verdaderas causas del terror? Tozudamente continuamos envenenando la atmósfera y quejándonos seguidamente del calentamiento global.

El asesinato siempre será condenado sin titutebeos, empero, ante la proliferación de comentarios, fotografías y manifestaciones es inevitable como bien lo sugiere el filósofo žižek, tener el coraje de pensar, yendo más allá del activismo virtual. Así también, lo sugiere Chomsky: Las consignas apasionadas como “Soy Charlie Hebdo” no deben siquiera insinuar una asociación con la revista, sino que más bien deben expresar la defensa del derecho a la libre expresión, aun cuando esos contenidos pueden ser odiosos o depravados.

Teme a tu prójimo como a ti mismo. Estos hechos ponen en evidencia la asunción de un mundo en el cual sólo la coexistencia es posible con el afín, con el amigo, con gente que piensa, siente y cree como yo. El enemigo, el otro, es un intruso y al adversario no hay que puramente ganarle, además, hay que destruirle. El carácter social para el pensador francés Alain Touraine es reducido a la confrontación entre clanes, culturas, religiones. 

¿Cómo creer en esta aseveración si actualmente se propugna la tolerancia multicultural y religiosa? La propuesta actual de la tolerancia no es más que una taimada forma de discriminación. Mientras se predica la afirmación de las diferencias culturales no se hace sino tapar la homogeneidad que se ha extendido por todo el mundo. Así lo recuerda žižek: En los países occidentales desarrollados la tolerancia quiere decir no acoso, no agresión. Lo cual significa: No tolero tu excesiva proximidad, quiero que mantengas la distancia adecuada. Lo que pasa es que tenemos problemas con la alteridad radical del otro, del prójimo. Y en el discurso políticamente correcto se esconde una extrema violencia... Este hecho se relaciona con la tolerancia, que actualmente significa su contrario.

Así que, cuando Touraine afirma que es a Voltaire al que asesinaron hoy, me atrevería a decir que no ha sido exclusivamente el fundamentalismo islámico el que ha intentado dar el tiro de gracia a Voltaire sino el mismo discurso mancillado de la igualdad, la fraternidad y la libertad de los países democráticos el que ha propinado a gotazos la agonía de estos valores. Lamentablemente, quienes los han defendido públicamente, en otros escenarios son quienes más los han pisoteado.

¿Qué es terrorismo y barbarie? ¿Sólo la bomba detonada en Estados Unidos o en Europa por extremistas islámicos o también el bombardeo con drones en los países orientales financiados por los Estados democráticos? ¿Exclusivamente la reacción bárbara ante la islamofobia o el proyecto neocolonizador sobre Oriente? ¿El mundo solo debe gritar Je suis Charlie, o también Je suis Boko Haram, Je suis Al Tabka, Je suis Malí? (uno de los países musulmanes en los que Francia apoya acciones bélicas)

Es lamentable que el sentido humano de la urgencia y de la solidaridad hoy se encuentre sobredeterminado por condiciones políticas. Virtualmente nos sentimos solidarios con los franceses pero permanecemos indiferentes ante el terrorismo que cobra mayores víctimas en Medio Oriente y que es financiado por países occidentales. Hoy, con la manera en que Estados Unidos y otros país más hacen la guerra, el concepto de culpable se ha transformado en que culpable es aquella persona que decidimos en una reunión en la Casa Blanca y todas las personas que estén a su alrededor, afirmó Chomsky hace unos meses. Para él, Estados Unidos es el creador del Estado Islámico y la difusión general del yihadismo radical es una consecuencia bastante natural del martilleo de Washington sobre la frágil sociedad de Irak. 

El peligro de los pseudo-fundamentalismos. Citando a William Butler, žižek en su libro Sobre la violencia, afirma que los mejores no son ya capaces de implicarse, mientras que los peores se implican con el fanatismo, religioso y sexista. Empero el filósofo de Liubliana contradiciendo al mencionado autor establece que los verdaderos fundamentalismos como el de los budistas tibetanos no se sienten amenazados por quienes piensan y actúan distinto, ni tampoco, sienten envidia de aquellos. Los pseudo-fundamentalismos, por el contrario, se ven infatigablemente trastornados por el modo contrario de vivir de otros. Y este apasionamiento exacerbado los hace presa del exclusivismo, la miopía, el fanatismo, la autosuficiencia, la pedantería, la envidia y la ansiedad. Esta forma de actuar obnubila y cercena la razón.

¿Cuán frágil ha de ser la creencia de un musulmán si se siente amenazado por una estúpida caricatura en un periódico satírico semanal? El problema con los fundamentalistas no es que los consideramos inferiores a nosotros, sino, más bien, que ellos mismos secretamente se consideran inferiores, afirma žižek. Ese apasionamiento fijo por una idea o creencia desata un síndrome de inferioridad y persecución del otro, considerado como pagano o enemigo. El inconveniente de estos días es que no sólo los atacantes del semanario francés han actuado inducidos por esta fuerza mortífera, sino que soterradamente en el mundo occidental también hay un sentimiento de inferioridad que produce su reacción contraria: su anatemización y persecución ideológica y bélica.

La necesidad de la sátira. Han aparecido muchos escritos defendiendo el humor, algunos señalan sus límites, otros defienden la idea de no restringir la ironía. En el Ecce Homo, Nietzsche, apunta que el cinismo es lo más elevado que puede alcanzarse en la tierra; para conquistarlo hacen falta los puños más audaces y los dedos más delicados. No cabe duda que las generalizaciones que pueden originar en este caso las caricaturas resultan incómodas, así como lo es la identificación de todos los pueblos musulmanes con el terrorismo, pero no se puede confundir la altura de la sátira que busca preparar al otro en un conocimiento mejor que la maldad pura y gratuita. Ominosa no es la caricatura de un eclesiástico besándose con un niño, por ejemplo, sino la pederastia misma existente en algunos clérigos y que da origen a la caricatura. Lastimosamente el arma mordaz de la sátira es la utilización de íconos reconocidos para urgir la atención y hacer más diáfana la crítica, asunto que a algunos incomoda. 

Hoy sigue siendo ineludible la sátira, a ella le incumbe la labor de depilar el pelambre, de revelar las argucias, de decantar las leyendas y mitos, de hacer detonar las insatisfacciones forjadas y mantenidas por la sociedad, de impedir las cristalizaciones sociales y luchar contra las ideologías imperantes. La sátira es una espada de doble filo, una moneda de dos caras: ingeniar y demoler son dos tareas inevitablemente enlazadas. Así lo expresa el filósofo fránces Vladimir Jankélévitch: El cínico cree en la fecundidad de la catástrofe y asume valientemente su pecado para que éste se revele imposible, insociable, intolerable; hace estallar la injusticia en la esperanza de que termine por anularse gracias a la homeopatía de la sobrepuja y el escándalo.

El humor introduce constantemente un fermento de insubordinación. Su actividad siempre es temida por aquellos que profesan supercherías y gregarismos. No hay que olvidar la ironía presente en lo dichos y gestos de Jesús contra el oficialismo religioso y el poder político de la época. žižek nos recuerda que el cristianismo irrumpe la noción pagana de la inversión cómica de las relaciones normales de autoridad en las que, por un tiempo determinado un idiota es celebrado como rey. En el cristianismo el “auténtico rey” se rebela como su propia blasfemia, un señor del desorden, un loco.

Lo que no hay que olvidar es que hay que empezar a criticar con análoga fuerza a uno mismo aquello que con tanto brío les reprendemos a los otros. 

“La verdad duele. Y cuando la verdad hiere realmente,
solo puede presentarse como una comedia.
Cuando las cosas van muy mal, solo puedes recurrir a la risa,
evidentemente se trata de una risa medio vacía, medio enloquecida”
Slavoj žižek
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*  Joven sacerdote de la Diócesis de Ipiales, ubicada al sur-occidente Colombia, en la frontera con el Ecuador. Su proyecto vital puede resumirse con las palabras de Lucas en las Actas Apostólicas: “Predicar el Reino de Dios y enseñar lo referente a Jesucristo con toda valentía y sin estorbo alguno” 28,31
FONTE: http://blogs.periodistadigital.com/purgas-teologicas.php/2015/01/17/voltaire-agoniza

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